La trigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP30), celebrada en la ciudad brasileña de Belém, se desarrolla con una marcada ausencia de mandatarios latinoamericanos, lo que ha generado comentarios sobre el bajo nivel de representación regional en una cita considerada crucial para la acción climática global. El evento, que concluye este viernes 7 de septiembre de 2025, reúne a 57 jefes de Estado y de Gobierno, aunque solo tres provienen de América Latina. La cumbre, organizada por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, busca impulsar compromisos concretos en materia de reducción de emisiones y protección de los ecosistemas amazónicos, una prioridad que Brasil ha intentado posicionar en la agenda internacional.
Los únicos mandatarios latinoamericanos presentes en la cumbre son la presidenta de Honduras, Xiomara Castro; el presidente de Colombia, Gustavo Petro; y el de Chile, Gabriel Boric. Todos ellos comparten afinidades políticas con el anfitrión Lula da Silva y han manifestado en diferentes foros la urgencia de adoptar medidas conjuntas frente a la crisis climática. La ausencia de otros líderes regionales contrasta con el papel estratégico que América Latina desempeña en la conservación de la biodiversidad y la producción de energías renovables.
Uno de los factores que incidieron en esta limitada asistencia fue la tensión diplomática entre Venezuela y Estados Unidos, derivada de la ofensiva militar del Gobierno de Donald Trump en aguas del Caribe contra el narcotráfico. Este escenario impidió que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, viajara a la cita convocada por su aliado brasileño. A la lista de ausentes se sumaron también la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y el mandatario uruguayo, Yamandú Orsi, quienes optaron por no participar en el encuentro pese a las expectativas generadas en torno a su eventual presencia. Estas ausencias restaron peso político a la delegación latinoamericana en un foro que busca consensos globales frente al cambio climático.
El presidente boliviano, Luis Arce, declinó asistir debido a la inminente transición de mando con el presidente electo, Rodrigo Paz, que tendrá lugar este sábado. A su vez, Perú, con José Jerí en calidad de mandatario interino tras la destitución de Dina Boluarte, tampoco envió representación de alto nivel. Estas situaciones internas reflejan la inestabilidad política que atraviesan varios países de la región, lo que dificulta su participación activa en espacios multilaterales. En el caso de Argentina, el presidente Javier Milei, conocido por su negacionismo climático, decidió no acudir, lo que reafirma su distancia con las políticas ambientales impulsadas por los organismos internacionales.
AUSENCIAS RELEVANTES EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL
Más allá de América Latina, la cumbre también evidenció ausencias significativas entre los líderes de otras regiones, como el primer ministro de la India, Narendra Modi, y el presidente de China, Xi Jinping, ambos considerados aliados estratégicos de Lula da Silva. La no participación de estas potencias asiáticas limitó el alcance diplomático del encuentro y redujo las expectativas sobre la posibilidad de alcanzar compromisos de gran escala. Asimismo, se destacó la ausencia del presidente estadounidense Donald Trump, quien durante su anterior mandato retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, debilitando el marco global de cooperación climática.
Otro de los grandes ausentes fue la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien por primera vez desde su llegada al poder en 2022 no asistió a una cumbre del clima. En contraste, la presencia del presidente sirio Ahmad Al Sharaa, cuya asistencia sorprendió a la mayoría de los participantes, fue una de las notas destacadas de la jornada inaugural. Su participación se interpretó como un intento de proyectar una imagen de reinserción internacional tras años de aislamiento diplomático.
El evento en Belém, organizado bajo estrictas medidas de seguridad y con un despliegue mediático internacional, reafirmó la intención de Brasil de posicionarse como líder global en materia ambiental. Lula da Silva busca que la Amazonía se convierta en un espacio de cooperación transnacional para la preservación del clima y la biodiversidad, apelando a la responsabilidad compartida entre las naciones. Sin embargo, la falta de acompañamiento de varios líderes latinoamericanos e internacionales pone en evidencia las dificultades para sostener una agenda ambiental común en medio de conflictos políticos, transiciones de gobierno y diferencias ideológicas.
En el plano diplomático, la COP30 se perfila como una instancia decisiva para medir el grado de compromiso real de los gobiernos frente a las metas climáticas acordadas en el Acuerdo de París. Las negociaciones, centradas en la financiación de políticas verdes y la reducción de emisiones, avanzan entre posturas dispares. Brasil, como país anfitrión, ha insistido en la necesidad de que las naciones desarrolladas asuman mayores responsabilidades históricas en la lucha contra el cambio climático, mientras que los países en desarrollo reclaman recursos y tecnología para implementar soluciones sostenibles.
