La agente sanitaria y productora ganadera Griselda Morales, oriunda del paraje Rincón del Sombrero, El Sombrero, entrevistada en Café Ideas, por IDStream ofreció un retrato detallado de la vida de las mujeres rurales y de los desafíos que enfrentan cotidianamente en materia de salud, educación y participación social.
Morales, quien además colabora activamente en su comunidad, explicó labor como agente sanitario la lleva a cumplir un rol de referencia fundamental para las familias que viven lejos de los centros urbanos.
Durante el diálogo, Morales describió las dificultades que atraviesan las mujeres de su región para acceder a servicios básicos. “Acá todo es más inaccesible y cuesta mucho más porque esos 15 km que te decía, llegarlos cuesta”, relató. En su tarea diaria, se ocupa de facilitar turnos médicos, gestionar anticonceptivos y kits de higiene, y acompañar a las mujeres en sus necesidades de salud y bienestar.
Su trabajo, explicó, busca “acercar un poco más todo” en un entorno donde la distancia y la falta de transporte limitan la atención médica y el acceso a recursos esenciales.
La entrevistada señaló además que la desigualdad de oportunidades se extiende más allá de la salud, afectando también la educación y la participación de las mujeres en decisiones familiares y comunitarias.
En este sentido, subrayó que “la gran mayoría, prácticamente casi todas, solo hicieron la escuela primaria que tenemos acá en la zona”. Según relató, muchas jóvenes no pueden continuar sus estudios debido a “la distancia, los tabúes y las condiciones económicas”, lo que las obliga a dedicarse al hogar desde temprana edad.
DESIGUALDAD Y EDUCACIÓN
Griselda Morales compartió su experiencia personal como ejemplo de superación frente a las adversidades estructurales del ámbito rural. “Gracias a Dios mi familia me pudo mandar a estudiar. Pude hacer mi secundario, el terciario, soy técnica superior en agente sanitario y promotor de salud”, expresó, destacando el apoyo recibido de sus abuelos y su tía madrina.
Sin embargo, lamentó que “la gran mayoría acá no tiene esa posibilidad”, lo que perpetúa la exclusión educativa de las mujeres en el medio rural.
Morales expresó que en pleno siglo XXI persisten fuertes brechas entre la vida en las ciudades y la de los parajes del interior. “Todo cuesta más, ya sea desde una situación económica, desde el transporte o los tabúes propios de decir ‘vos sos mujer, ya no podés ir, ya no podés salir’”, señaló,
La agente enfatizó sobre las limitaciones culturales que aún restringen la libertad femenina. En muchos casos, subrayó, los hombres conservan un rol dominante en las decisiones familiares y productivas, mientras que las mujeres son relegadas a las tareas domésticas o al ordeñe y la elaboración de quesos.
Consultada sobre su experiencia en el ámbito ganadero, Morales afirmó que la participación de las mujeres en las actividades del campo sigue siendo marginal. “Por ahí están relegadas solo a ordeñar la vaca y hacer sus quesitos. El que tiene la decisión es el marido o el hombre, desde vender un animal hasta faenarlo”, explicó. Aun así, destacó el valor del trabajo femenino en la producción y la necesidad de romper con los estereotipos que limitan su protagonismo en la economía rural.
FORTALEZA Y COMUNIDAD
La historia personal de Morales está marcada por el esfuerzo y la determinación. “Me crié con mis abuelos, también estaba mi papá y ellos siempre me apoyaron. Mi abuelo trabajó y trabajó, y eso nos inculcó”, recordó. Esa enseñanza de constancia y coraje le permitió enfrentar desafíos como estudiar lejos de su familia.
“Cuando fui a estudiar fue un gran desafío. Sufrí tanto, lloraba porque extrañaba mi campo. Volví y no me quiero ir más”, confesó, reafirmando su apego a la vida rural y su decisión de contribuir desde allí al bienestar de su comunidad.
A pesar de las limitaciones de infraestructura, Morales intenta continuar capacitándose. “Tengo mi movilidad y agarro mi autito y me voy”, contó sobre su participación en cursos y talleres organizados en Corrientes o Resistencia.
Además, valoró el acompañamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que realiza visitas y capacitaciones sobre ganadería, pasturas y genética. “Siempre nos están capacitando”, expresó, destacando la importancia del aprendizaje permanente como herramienta para mejorar la producción y la calidad de vida en el campo.
Sin embargo, no todos cuentan con los mismos recursos. Morales explicó que cuando surge una capacitación de interés comunitario, ella invita a sus vecinos a sumarse. “Los que cabemos en el auto nos vamos. Si no, cuesta un montón, porque tenés que pagarte un remis y preferís comer o algo”, relató. La falta de transporte público agrava las dificultades: “No tenemos colectivo, la ruta está a 9 o 10 km, y antes había uno que dejó de prestar servicio”, explicó, subrayando el aislamiento que padecen los parajes rurales.
La entrevistada describió además los problemas de conectividad durante las emergencias. “Roguemos que no llueva porque los caminos se ponen bravos. Tenemos 6 km que cuando llueve se pone muy intenso”, señaló. En caso de urgencias médicas, la comunidad se organiza de manera solidaria.
“Se llama a la ambulancia o algún vehículo particular entre los vecinos. Nos avisamos y se le acerca al hospital de Riachuelo, que es el más cercano”, detalló, destacando el rol comunitario en la respuesta ante las contingencias.

