Dos cazas Gripen de Hungría, desplegados en la misión de Policía Aérea del Báltico de la OTAN, despegaron desde la base de Šiauliai, en Lituania, para interceptar a un Su-30, un Su-35 y tres MiG-31 rusos que volaban cerca del espacio aéreo de Dinamarca. El Mando Aéreo Aliado destacó que esta acción refleja el compromiso de la Alianza con la seguridad del Báltico y la protección de su flanco oriental, en medio de un contexto de creciente tensión tras varios incidentes con drones procedentes de Rusia.

El anuncio se conoció poco después de que drones no identificados fueran detectados nuevamente sobre aeropuertos civiles y bases militares danesas. El Ministerio de Defensa de Dinamarca calificó la operación como “sistemática” y llevada a cabo por un “actor profesional”.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, aseguró que la organización se toma “muy en serio” este tipo de amenazas y trabaja en reforzar la protección de infraestructuras críticas.

Los aparatos fueron vistos en aeropuertos de Aalborg, Esbjerg y Sonderborg, además de la base aérea de Skrydstrup. A comienzos de semana también se habían registrado sobrevuelos similares en Copenhague y Oslo, lo que obligó a interrumpir operaciones aéreas por horas.

Moscú negó cualquier implicación y calificó la situación como una “provocación fabricada”. Sin embargo, los incidentes se suman a recientes incursiones de drones rusos en Polonia y Rumania, así como de aviones militares en espacio aéreo estonio.

El ministro de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, remarcó que el carácter coordinado de estas operaciones apunta claramente a un ataque híbrido: “El objetivo es sembrar miedo, dividir y desestabilizar”.