El transporte público en la ciudad de Corrientes se ha convertido en una problemática cotidiana para miles de ciudadanos que dependen de él para ir a trabajar, estudiar o realizar sus actividades diarias. La empresa ERSA, principal prestataria del servicio, es el blanco de críticas constantes debido a la deficiente calidad de sus unidades, la falta de frecuencia en los recorridos y las tarifas desproporcionadas que afectan gravemente el bolsillo de los usuarios.
Esta tarde, Sara, una usuaria frecuente del transporte público, compartió su experiencia en el programa “Aire de Radio” que transmite por INFODRADIO 106.3, evidenciando los incontables problemas que sufren a diario quienes dependen de este servicio. Entre los principales reclamos, destaca la reducida cantidad de unidades disponibles para los pasajeros en días de eventos especiales, la falta de higiene y el mal estado mecánico de los colectivos.
Uno de los puntos más preocupantes es la irregularidad en la frecuencia de las unidades. Sara mencionó que, en días normales, la espera ronda entre los 10 y 15 minutos, lo que ya resulta excesivo. Sin embargo, en días como el de su testimonio, debió esperar hasta 30 minutos, llegando tarde a su trabajo. Este retraso no es un caso aislado, sino un problema recurrente que pone en jaque la organización de miles de trabajadores y estudiantes correntinos.
A esto se suma la desigualdad en la distribución de las unidades. Mientras que en ciertos recorridos las unidades son nuevas, mientras que en zonas como Las Mil Viviendas, donde la demanda es elevada, se destinan colectivos antiguos y sin climatización. En una ciudad donde las temperaturas pueden alcanzar los 40 grados, viajar en estas condiciones es inhumano.
Un Monopolio en toda regla
El problema no solo radica en el deficiente servicio, sino también en la falta de competencia en el sector. Desde hace años, se han propuesto nuevas concesiones a otras empresas para mejorar el servicio, pero ninguna logra establecerse. En su lugar, ERSA sigue obteniendo la concesión del transporte, pese a las reiteradas quejas de los usuarios. Esta situación despierta sospechas sobre la falta de transparencia en los procesos de licitación y la influencia de intereses que favorecen a la empresa.
El costo del boleto es otro de los puntos críticos. Actualmente, el boleto plano tiene un valor de 1.290 pesos. Un trabajador que debe utilizar el colectivo de lunes a viernes gasta aproximadamente 60.000 pesos al mes solo en transporte. Si su jornada laboral se divide en dos turnos, esta cifra asciende a 120.000 pesos, una suma exorbitante considerando que los sueldos promedio en la ciudad rondan entre 100.000 y 200.000 pesos. En otras palabras, hay empleados que destinan más del 50% de su salario a un servicio pésimo.
Paros, Inseguridad y Falta de Infraestructura
A la falta de unidades y a los altos costos del servicio, se suma otra problemática: los constantes paros de colectivos. Estos afectan a toda la comunidad, impidiendo que los trabajadores lleguen a sus empleos, que los estudiantes asistan a clases y que los enfermos accedan a los hospitales. Para un usuario del transporte, cada día de paro representa una pérdida económica, de tiempo y de calidad de vida. Por ello, se plantea la necesidad de declarar el transporte como un servicio esencial para evitar que toda una ciudad quede paralizada ante cada conflicto gremial.
Otro aspecto alarmante es la inseguridad en las paradas de colectivo. Sara relató que muchas veces debe caminar varias cuadras para esperar el transporte en una zona más segura, ya que en ciertos puntos la delincuencia es moneda corriente. Incluso en paradas ubicadas frente a comisarías, como la del Hospital Llano, se han registrado asaltos a plena luz del día.
A esto se suma la falta de refugios adecuados en las paradas. En días de lluvia o intenso calor, los pasajeros deben esperar a la intemperie debido a la falta de infraestructura básica. La empresa, que se beneficia de los aumentos en el boleto, no invierte en garantizar mejores condiciones para los usuarios, quienes deben soportar viajes en unidades en mal estado, con suspensiones defectuosas y sin revisión técnica adecuada.
Conclusión: Urge un Cambio Real
El testimonio de Sara refleja la realidad de miles de correntinos que día a día deben enfrentar un transporte público deficiente, caro e ineficiente. Es imperativo que las autoridades municipales y provinciales tomen cartas en el asunto, exigiendo mejoras inmediatas a las empresas concesionarias y promoviendo la apertura del mercado a nuevas compañías que garanticen un servicio digno.
El transporte público no es un lujo, es un derecho básico que debe garantizarse con calidad y equidad. No es aceptable que una empresa monopolice el servicio a costa de los ciudadanos, mientras políticos y funcionarios hacen la vista gorda. El tiempo de los usuarios vale, su dinero también, y es hora de que se les respete.
El cambio no puede seguir postergándose: el transporte en Corrientes necesita una revolución, y los ciudadanos deben ser los protagonistas de esta transformación.