El defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, en diálogo con el periodista Facundo Sagardoy en “El Radar”, que se emite por la 106.3 FM InfoDRadio los domingos de 11 a 13 horas, subrayó la urgencia de garantizar políticas públicas que protejan los derechos de los adultos mayores frente a un sistema previsional y de salud en crisis. Remarcó la importancia de visibilizar la vulnerabilidad de este sector y destacó la necesidad de un enfoque integral que asegure condiciones de vida dignas, acceso a la salud y una seguridad social justa.

El envejecimiento de la población es un fenómeno global que plantea desafíos urgentes en materia de seguridad social, salud y calidad de vida. En Argentina, donde los jubilados enfrentan dificultades económicas y estructurales, la voz del Dr. Eugenio Semino se ha convertido en un referente ineludible en la defensa de sus derechos.

Abogado, gerontólogo y criminólogo, Semino se ha dedicado durante décadas a visibilizar las problemáticas de la tercera edad. Desde 1994, se desempeña como Defensor del Pueblo de la Tercera Edad en la Ciudad de Buenos Aires, un rol desde el cual ha impulsado debates fundamentales sobre el sistema previsional y la dignidad de los jubilados. Además, como presidente de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría, trabaja en la promoción de políticas inclusivas y en la mejora de la calidad de vida de los adultos mayores en la región.

En esta entrevista, abordamos su mirada sobre la crisis previsional argentina, la urgencia de una reforma estructural y la necesidad de una sociedad más comprometida con el bienestar de los mayores. 

También exploramos el impacto de las políticas actuales en la calidad de vida de los jubilados y los caminos posibles para garantizarles una vejez digna.

—Bienvenido, Dr. Eugenio Semino, y gracias por acompañarnos en este espacio de reflexión y análisis.  

—No, el agradecido soy yo. Han sido extremadamente generosos en la presentación. Lo mío ya es en defensa propia, porque yo soy un adulto mayor. En realidad, mirá, ¿viste los temas que acá no tienen en cuenta los decisores políticos en su amplia gama? Porque son de preocupación en el mundo. Hablaba con un colega tuyo el viernes, un periodista de un importante diario de Frankfurt, Alemania. Él hablaba castellano bien, obviamente con su acento alemán, y se dedica a estudiar y escribir sobre los sistemas de seguridad social y previsionales del mundo. Me decía que no entendía Argentina. Le llamaba la atención que, por ejemplo, había estado hace pocos días en Uruguay y se había encontrado con un sistema claro, que es siempre el mismo: el Banco de Previsión Social, con un directorio tripartito compuesto por jubilados, trabajadores activos y el Estado. A medida que van cambiando los gobiernos, la seguridad social en Uruguay también enfrenta crisis, en términos financieros y económicos, pero desde la política lo van afrontando, lo debaten y lo resuelven. Y esta es la tendencia en el mundo. Me comentaba que en su país hubo elecciones hace un par de semanas. Uno de los grandes temas de debate —y lo es en toda Europa— fue la seguridad social. Claro, acá no nos enteramos de cuáles son los temas de campaña electoral en un país lejano. Pero yo doy clases desde hace 30 años en dos universidades de España, y sé que la seguridad social está en una crisis permanente. Lo cierto es que todos estamos incluidos, incluso aquellos que desatienden el tema o ni siquiera hablan de él, en uno de los grandes fenómenos del siglo XXI. Actualmente, hay dos cuestiones que desafían a los Estados y a sus sistemas de decisión tradicionales: la inteligencia artificial y la longevidad. Ambos son fenómenos de gran preocupación a nivel mundial. Pero bueno, frente a eso… sí.  

JUBILACIONES, ENTRE LA URGENCIA Y LA NECESIDAD DE REFORMA ESTRUCTURAL 

—Le pregunto, usted lleva décadas trabajando en la defensa de los adultos mayores. ¿Qué lo motivó a especializarse en esta área?  

—Mirá, yo antes de acceder a la Defensoría —bueno, fuimos los primeros con Antonio Cartaña en su momento en generar el organismo—, en realidad fui director general de Tercera Edad y Personas con Discapacidad en la ciudad de Buenos Aires durante muchos años. Tuve a mi cargo todos los hogares públicos de ambas problemáticas y después seguí toda la vida con esto.  Por eso he seguido el proceso desde joven, inclusive ahora que se ha hablado tanto de estos hechos tan desafortunados, de la marcha, la represión y demás. Recuerdo lo que eran las primeras marchas en los 90 y la masividad que tenían. Bueno, digo, es parte de un devenir que te permite estar en la actividad. Bueno, yo soy gerontólogo. Me dediqué siempre a mi profesión. Tuve la fortuna. Tengo dos carreras de grado más, pero bueno, seguí con mi doctorado en términos de lo que me interesó. Me interesó mucho lo asistencial. Por eso, al día de hoy, seguimos haciendo asistencia. Nosotros, más allá de los macrotemas, nuestro tema central es resolver problemas concretos de la gente. Atendemos entre 200 y 400 casos por día, porque estamos sumergidos en esto. Y este es el tema central que debe ser advertido: estamos en una crisis humanitaria del sector. Es decir, ¿esto qué implica? No solo se pierde la calidad de vida —o sea, ha perdido la calidad de vida—, sino que se están perdiendo vidas. Esto lo advertimos desde la Sociedad Iberoamericana, que hace chequeos en los diversos países de Latinoamérica todo el tiempo. Lo hemos advertido hace tres años, y lo hemos denunciado y hecho conocer a los gobernantes de aquel momento, al ministro de Salud del momento y demás. Lo mismo hicimos con esta gestión.  Ahora, lo que puede aportar un organismo técnico, académico, evidentemente no es tenido en cuenta para la decisión de las políticas o para el seguimiento de la situación social. Y esto es muy grave, porque algo similar pasó en la pandemia. Es decir, nosotros desde la Sociedad teníamos el diario del lunes en cuanto a adultos mayores, por lo que había pasado en las residencias de Madrid y de Lombardía. Y bueno, trajimos un poco de esa experiencia, no para tener la verdad ni mucho menos, sino para que se tuviera en cuenta, porque murió muchísima gente en esas instancias, y realmente no se observó ni la experiencia de lo que ya había pasado. Por lo cual, es una constante. Estoy hablando de que van pasando las administraciones y se repiten las conductas, y esto ha hecho algo que yo le decía a este colega tuyo alemán: no entienden el sistema porque no hay sistema previsional. Los sistemas previsionales… Una cosa es la seguridad social y otra cosa es la previsión. La seguridad social, desde la mirada gerontológica, tiene tres columnas centrales que son las que mantienen una sociedad. Esas tres columnas son el trabajo y la previsión, la salud y la educación. Esos son los tres grandes pilares de la seguridad social. Ahora bien, yendo al tema de la previsión social, no tenemos un sistema. Es decir, los argentinos solemos seguir nombrando cosas que fueron supuestamente gloriosas en nuestro país. Los que tenemos ya un exceso de juventudes acumuladas no hemos visto esas glorias. Pero bueno, al margen de eso, no tratamos de ver cuál es la situación en lo que ha sido el decurso de nuestra historia, de la historia cercana. No hace falta irse al Cruce de los Andes para detectar esto y para ver cómo resolverlo.  

EL DESAFÍO DE LA LONGEVIDAD

– En relación con lo que usted dice, doctor, usted, desde 1994, es defensor del pueblo de la Tercera Edad en Buenos Aires. ¿Cuáles fueron los principales logros y también los principales desafíos en este marco de urgencia, de crisis, de asistencia a este sector tan importante?  

– Mirá, en términos previsionales, vos fijate que lo que se está reclamando ahora es lo mismo que se reclamaba en los 90, cuando empezaron estas marchas, con los movimientos muy importantes de jubilados de la época, como la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados, la Mesa Nacional, y con lo que fue, poco después, el movimiento de la Plaza de Lavalle de Norma Plá. Las movilizaciones eran de 50, 60, 70 mil personas, porque había toda una sociedad que advertía que la situación de los jubilados ya era mala. Inclusive trascendió un audio de Maradona en estos días en el que hablaba de la mala situación de los jubilados, y es de esa época. Y te cuento que la consigna del momento era que los jubilados y pensionados de haberes mínimos cobraban 150 pesos o dólares, porque había convertibilidad en los 90, y la canasta era de 450 pesos o dólares. Por lo cual, la consigna era la lucha por los 450 dólares, 450 pesos. Después se privatizó el sistema en algo que fue más un negocio del sistema financiero y de sindicalistas que hicieron pingües réditos, tuvieron grandes ganancias, teniendo cada uno su AFJP, y después las liquidaron. Es más, hay algo que, cuando lo traés al presente, te marca las paradojas de la historia. En esas marchas a las que estoy aludiendo, que eran muy masivas, quienes venían a romperlas eran barrabravas de algunos clubes, que son los mismos que aparecen con las camisetas ahora, aunque no debe ser la misma gente. Los barrabravas no tienen que ver con los hinchas de fútbol, que somos muchos millones. Vos fijate que los hinchas de fútbol salimos a festejar el Mundial: hubo 5 millones de argentinos festejando y no pasó nada, no murió nadie, no hubo represión. Sin embargo, el otro día, con una movilización numéricamente modesta, ocurrió todo lo que lamentablemente vimos, lo que nos lleva a un pasado que quienes lo vivimos y lo sufrimos no consideramos que deba repetirse. Pero bueno, yendo al punto, ¿por qué digo que no hay sistema previsional? Porque los sistemas previsionales tienen una premisa en el mundo, en todo el mundo, y es la siguiente:   Primero, el haber tiene relación con la historia laboral de las personas. Segundo, esto genera lo que se llama la pirámide previsional, ya que todas las historias son distintas en términos laborales, y esa pirámide tiene que tener proporcionalidad y equidad. Fijate, acá tenemos 5 millones de jubilados y pensionados que están cobrando un haber mínimo de 280 mil pesos. No hay 5 millones de personas en ningún país del mundo que tengan la misma historia laboral; es más, es difícil encontrar 50. Entonces, ahí tenemos un problema que, por definición, contradice lo que son los sistemas previsionales. Por otra parte, no hay ninguna pirámide previsional, porque el 80%, en razón de lo que estamos hablando, cobra lo mismo, que, por otra parte, es una miseria, nada que ver con la canasta de subsistencia. Y por último, la definición de lo que tenemos nosotros acá es simplemente un programa de subsidios por la edad. Es decir, cuando llegás a los 65 años, por ejemplo, que es la edad actual, quien esté gobernando, sea Juan, Pedro o José, te da algo que no tiene que ver con tu historia laboral, no tiene que ver con tu historia social y, mucho menos, con la cobertura de tu canasta de necesidades. Con lo cual, es un programa de subsidios, simplemente. Y cuando se habla de reformas, la verdad es que son de una inconsistencia absoluta las cosas que se dicen. Hace pocas semanas, le costó su puesto al director de ANSES, al que era director de ANSES, porque habló de hacer una reforma. Y más allá de que los directores de ANSES están durando menos que “Chancho Misa”, simplemente había dicho algo de lo insustancial que suelen decir los funcionarios políticos sin pensar en lo técnico: “Vamos a ver cómo aumentar la edad jubilatoria”. La edad jubilatoria es una de las 115 variables que hay que poner en valor, que hay que discutir y resolver para hacer una reforma previsional. Porque, simplemente, el ejemplo de la edad: vos aumentás mañana —supongamos que tienen los votos, los legisladores, en lugar de agarrarse a trompadas en los recintos, deciden hacer algo— y dicen: “Bueno, vamos a aumentar la edad cinco años”. ¿Qué estás haciendo en ese momento? Ese mismo momento estás dejando afuera del mercado laboral formal, del trabajo registrado, a los jóvenes de 18 a 22 años. ¿Por qué? Porque es un mercado que no genera nuevos empleos, todo lo contrario. Lo que sigue creciendo es la informalidad. Bueno, a lo que voy es que esto debe ser tratado muy seriamente y debe ser resuelto en conjunto con las otras variables.  

– Justamente a eso iba, doctor, sobre la crisis previsional y los derechos de los jubilados. En varias oportunidades, usted ha señalado que el sistema previsional argentino necesita reformas urgentes. ¿Cuáles serían los cambios más necesarios?  

– Mirá, yo creo que la reforma tiene que ser un cambio pleno. Cuando uno habla de estructural, es hacer un sistema nuevo. Ahora bien, ¿cuál es el problema que tenemos? Los jubilados se están muriendo de hambre o por falta de medicación y tratamiento al día de hoy. Es decir, no pueden esperar que se haga la reforma, y la reforma no da sus frutos de forma inmediata. Para definir la situación y que se nos entienda, estamos en un colectivo cuyo motor está roto, está descompuesto, está en marcha, y tenemos que arreglar el motor sin que pase lo que está pasando, que es que se nos están cayendo los pasajeros por las ventanillas. Esta es la complejidad que tenemos que afrontar. Entonces, yo creo que hay que, de una vez por todas, hacer una reforma estructural en serio, pero en paralelo, para los actuales jubilados, hacer acción social. Es decir, el Estado tiene que poner plata de su presupuesto nacional, porque la seguridad social no la tiene, y directamente asistir a los jubilados en términos de poder comprar sus medicamentos, comer lo que necesitan y tener un techo donde vivir dignamente. Es decir, son las dos dimensiones. Eso es acción social. Acción social se hace en un momento de extrema crisis. Cuando hoy hablamos de Bahía Blanca, ¿de qué se está hablando? De agua mineral, de frazadas, es decir, de sacar de una situación que ha llevado vidas, o los jubilados se van llevando vidas. Los jubilados, como lo expresó a partir del documento original de la sociedad el Episcopado Argentino, tienen que optar todos los días entre comer o comprar medicamentos. Entonces, eso implica que el Estado, que inclusive en esta gestión se ha visto favorecido usando, como todos los gobiernos anteriores, la plata de la seguridad social, lo ha reconocido expresamente. Han hablado concretamente del aporte de la seguridad social a lo que es generar el superávit fiscal, que se festeja todos los meses, y la parte del león es lo que se les paga menos a los jubilados. Con lo cual, frente a todo eso, lo que tenemos que tomar con conciencia, lo tienen que tomar los decisores políticos, lo tiene que comprender la sociedad, porque la sociedad también, cuando se dan estas etapas, se convierte en una sociedad gerontofóbica. Es decir, es una sociedad que le tiene mucho miedo al envejecimiento, por todo lo que estamos describiendo, y entonces permanece al margen de la situación, porque se supone que siempre el viejo es el otro, y el viejo, desde que nacemos, va dentro nuestro.  

DERECHOS DE LOS JUBILADOS: EL DEBATE QUE ARGENTINA NO PUEDE POSTERGAR

– Doctor, hace muy poco se informó sobre los nuevos índices de inflación. ¿Cómo afectan la inflación y la pérdida del poder adquisitivo a la calidad de vida de los jubilados?  

– Mirá, es una de las variables que ha afectado a los jubilados y a todos los trabajadores, a todos los argentinos. Es un disparate la inflación. Aun la actual, que nos parece baja, claro, porque lo otro ya era incontable, pero nuestros países vecinos tienen un 4, 5, 6 % de inflación anual. Nosotros festejamos cuando pasamos ese número mensualmente. Con lo cual, ahí se rompen los parámetros de toda lógica. Te doy un ejemplo en lo que es la vida real, en números: 2023, la inflación fue del 211 %. El reajuste de jubilados y pensionados con bono fue del 140 %, y los que reajustaron sin bono fue del 110 %. Primero, hay dos cosas de las que no hablan ni los que se fueron ni los que están, que son la inflación del 25 % de diciembre, que es mitad de cada gestión, y la devaluación en los primeros días de esta gestión, que superó el 100 %, lo que hizo que el haber del jubilado, al día siguiente de haberse tomado la medida, al igual que el salario de todos los argentinos, tuviera la mitad de valor. Pero vamos al año 2024. La inflación, que bajó afortunadamente y notoriamente, fue del 118 %. Ahora, ¿cuánto reajustaron los jubilados desde el haber mínimo? 105 %. Y ahora te explico por qué. A Juan le reajustaron el 99 %, es decir, perdieron más las jubilaciones mínimas, y otro sector del cual no se habla, que está aún peor, las personas con discapacidad con pensiones no contributivas, reajustaron el 95 %. Es decir, los que más cerca quedaron, con 13 puntos abajo de la inflación, fueron los jubilados y pensionados de la mínima. ¿Por qué se produce este desfasaje? Se nos hizo suponer que, al aplicar un índice como el de las pensiones no contributivas, se le agregó hace tres años algo que no existe en el mundo, que no se comprende el concepto, y que acá se llama bono. En realidad, es una suma no remunerativa y discrecional, es decir, es una rémora monárquica, porque la aplica el príncipe: te lo da, no te lo da, te lo da conforme quiera, y esto no tiene que ver con ninguna norma del derecho previsional ni con nada. Fijate, esa discrecionalidad nos llevó a que en el año 2023 el bono aumentara previo a una elección y se cayera al mes siguiente. En el 2024, el actual ministro de Economía, que se autopercibe distinto al anterior, que fue el que instaló el bono, ¿qué hace? Exactamente lo mismo, congelando el bono en 70.000 pesos. Cumplió un año de haber comenzado la medida. Entonces, el actual ministro, ¿qué hace? Dice: “Bueno, pero existe el bono”, lo congeló, y lo congeló en 70.000 pesos hace un año, cumplió un añito ahora este mes. Por lo cual, cuando se aplica el IPC a esos seis millones de beneficios, al aplicarlo solo sobre el haber y estar el bono congelado, por ejemplo, en marzo, que se aplicó el 2.21 % del IPC, esos seis millones de beneficios recibieron el 1.8 %, debido al congelamiento del bono. El bono, si se le hubiese aplicado el IPC, estaría hoy en 145.000 pesos.  

“NO HAY SISTEMA PREVISIONAL”

– Doctor, tengo muchas preguntas para usted; sin embargo, voy a hacer una selección. Muchos adultos mayores hoy enfrentan serias dificultades para acceder a medicamentos. ¿Qué soluciones cree que deberían implementarse para resolver este problema?  

– Mirá, ahí hay un problema de base: las políticas de enfermedad, no las de salud. En Argentina y en muchos países de Latinoamérica, no las deciden quienes están a cargo de las áreas, sino la industria del medicamento. En Argentina, la industria del medicamento, hoy que se habla tanto de cárteles o de monopolios, es un monopolio de enorme poder y, a su vez, de enorme influencia sobre los políticos y los sistemas políticos, porque financia las campañas electorales de las fuerzas políticas que pueden llegar al poder. Ese financiamiento es absolutamente equitativo: no dejan afuera a ninguno de los que pueden ganar. Y hay un dicho que tienen los yanquis, que a veces tiene sentido práctico, y que yo creo que define esto. Ellos dicen: “Quien paga la cena, elige el menú”. Y esto es lo que está pasando. Es decir, fijate en este conteo que te hacía, por ejemplo, de lo que pasó con la inflación y los haberes de los jubilados. En el 2023, con precios regulados, hablábamos de un 211 % de inflación, pero los medicamentos aumentaron un 300 %. Y en el 2024, cuando bajó la inflación, esta fue del 118 %, pero los medicamentos aumentaron un 200 %. A partir de eso, esa política y esa cartelización se manejan desde el contrato pago. Por lo cual, la principal partida que absorbe a las demás, más allá de la corrupción crónica en el PAMI y de que es una caja política del gobierno de turno, es la de los medicamentos. Lo que ocurre es que esta absorbe el resto de las partidas. Entonces, ahí tenemos un problema muy grave, porque fijan los precios que quieren y las condiciones que quieren dar al mercado, y quien es el cliente, que es el funcionario que compra, en realidad lo que recibe y tiene que pagar es lo que le dicen. Por lo cual, a partir de eso, se genera el problema que estamos viendo. Hay gestiones en las que hay medicamentos para tirar para arriba y otras, como la actual, en las que no hay medicamentos.  

– Muchísimas gracias Dr. Ha sido un verdadero honor contar con la presencia de Eugenio Semino en esta entrevista. A lo largo de nuestra conversación, nos ha ofrecido una mirada profunda sobre los desafíos y oportunidades en el campo de la gerontología, destacando la importancia de la inclusión y el respeto hacia las personas mayores en nuestra sociedad. Sus reflexiones no solo enriquecen el debate sobre el envejecimiento, sino que también nos invitan a repensar el futuro de las políticas públicas en este ámbito. Agradecemos al doctor Eugenio Semino por compartir su valioso conocimiento y su compromiso con una causa tan relevante. Su trabajo continúa siendo una fuente de inspiración para todos los que buscamos un mundo más justo y equitativo para las generaciones venideras.

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