El historiador Enrique “Kito” Galiana, entrevistado por en “Cuarto Poder”, que se por FM 106.3 InfoDRadio, con al conducción de Rubén Duarte, Inés Bobadilla y Jacinto Méndez Capurro destacó el paso del general Manuel Belgrano por la Ciudad de Corrientes y su vínculo con distintos sectores sociales durante su estadía. 

El también abogado, docente universitario y escritor, señaló que el prócer se alojó en casas de familias influyentes como la de los Martínez y Fernando Blanco, pero también en viviendas humildes, como una ubicada en San Luis y Pellegrini, lo que revela su cercanía con el pueblo. 

En este contexto, recordó que algunas de esas casas aún existen, aunque no todas están debidamente protegidas, y advirtió que “proteger solo la fachada es una engañifa” cuando se trata de patrimonio histórico. 

Al referirse a la vivienda más antigua de la ciudad, ubicada en Buenos Aires y Costanera, remarcó que “esa casa tiene los años que tiene la ciudad de Corrientes: 437 años” y que estuvo habitada por sectores ligados a la esclavitud, a quienes definió con crudeza: “Tener un esclavo era como tener un auto o una platería fina”.

– En la mesa con Inés Bobadilla, Jacinto Méndez Capurro y Juani Ottero, sobre esa casona tan linda, pintoresca y antigua que está emplazada en la intersección de la esquina de Buenos Aires y Costanera, que supo ser visitada por el general Manuel Belgrano en más de una oportunidad, hablamos de ese inmueble.

—Bueno, ese inmueble en primer lugar es histórico, un lugar histórico de mucha trascendencia. La primera construcción, según Gustavo Sor, que es especialista en esta materia, fue hecha por Pedro Ferrer. Pedro Ferrer vivía en la esquina de Córdoba y Plácido Martínez, sería hoy o Costanera, como quieran llamarla, o Vera, según la etapa que le corresponda.

Y esa construcción fue pasando de los herederos de Ferrer, se fueron mezclando con los Alcinas, se fueron mezclando con los Mantillas. Al final, la casa queda conocida como Casa Mantilla.

Belgrano no solo habitó esa casa, sino también la de Fernández Blanco, que está en la otra esquina. Y habitó diversas casas, porque él estuvo aproximadamente 30 días en la ciudad de Corrientes esperando que Parroquía de Francia le dé el exequátur para poder pasar a Asunción del Paraguay. No le permitió a Herrera, que acompañaba a Belgrano, que cruzara; solamente Belgrano.

En esa casa habitaron cientos de personas que yo conocí, porque los Mantilla se van a vincular con los Díaz de Vivar, que vivían en Salta esquina Plácido Martínez o Costanera, es así. Así se van entrelazando las familias. Al final, esa casa es conocida como Casa Mantilla, pero tiene razón Sor cuando dice: “No, esta casa fue hecha por Pedro Ferrer para sus hijos, para sus descendientes”.

En esa casa se hospedó también el ministro plenipotenciario paraguayo en la invasión de 1865, en abril del 13, que era Vergés. Ahí vivió Vergés y estableció el gobierno paraguayo. A su vez, la otra parte del gobierno se instaló en la Casa Lagraña, Pellegrini esquina Salta.

Esa casa es antigua, muy antigua, pertenece por supuesto a familias —y no tengo ninguna impasión en decirlo— de gente esclavista, porque todos tenían esclavos acá. No, acá no hay uno que se salve y no reciba el nombre de esclavista, porque tener un esclavo era lo mismo que tener un auto o tener una platería fina o tener una loza inglesa. Vale decir que eran cosas.

Cuando me hablan a mí de esclavitud con humanidad y esclavitud con él, a mí no me cuenten. Cuando uno niega la esencia humana de una persona, no lo considera humano, sino lo considera una cosa, un objeto o un animal que puede marcarse, carece de sentido decir “hay trato humanitario”.

Esa casa se encuentra abandonada. Yo creo que el gobierno debiera hacer un esfuerzo, una inversión para hacer de esa casa un centro cultural, una biblioteca, no sé, algo que proteja el casco histórico.

“Belgrano estuvo en la casa de los Martínez, en la de Fernando Blanco y hasta en una muy humilde en San Luis y Pellegrini”

—Kito, te interrumpo. ¿Esa casa está dentro del casco histórico? ¿Hay una ordenanza o varias que prohíben modificar la fachada? Esa casa tenía un cartel: “Se vende”. No sé si todavía está en venta. 

—Yo creo que la vendieron, creo que la vendieron. El tema es cómo la protegemos, porque eso de proteger la fachada es una engañifa. Eso es absolutamente absurdo.

Vos en Europa, en cualquier país de Europa, levantás una piedra que corresponde a una casa antigua y te aplican una multa de 500 euros o 30 días en la cárcel, policía o lo que fuera. 

—En la leonera, digamos.

—En la leonera, exactamente. Porque nosotros no sabemos conservar eso, y tenemos personas que destruyen el casco histórico.

Yo pertenezco a museos e instituciones —nacionales, por supuesto— de protección al casco histórico y he tenido que luchar muchas veces para salvar las casas: como la Casa Molina, como la Casa Martínez, como la Casa de Federico Palma —que la compré para que no la echen—, como la casa de los Díaz de Vivar —que también la compré para que no la tiren afuera.

Y bueno, todo eso hace que tengamos que no respetar el frente, sino toda la casa, porque la casa habla de historia, habla de tradiciones.

Belgrano era un hombre que se movía en todas las familias, todo el mundo lo invitaba a Belgrano.

Belgrano estuvo en la Casa de los Martínez. Los Robertson declaran cómo estuvo en una fiesta. Estuvo en la casa de Fernando Blanco, con el cual él mantenía mejor relación.

Además, estuvo en otros lugares. Inclusive se iba a una casa muy humilde de San Luis esquina Pellegrini. Ahí comenta la gente que tuvo cierto amor con una chica que vivía en Rioja y Quintana, acá en la misma vereda de mi casa, en el lateral este, de donde sale el sol. Así que es media vecina de Dardo Ramírez Braschi prácticamente.

Por eso digo, esa casa hay que protegerla. Es hermosa, tiene unas rejas extraordinarias.

Y yo siempre sentí curiosidad, de muy jovencito, cuando miraba por los ventanucos con rejas, el sótano. Y ese sótano, cuando crecía el río Paraná, se inundaba.

—Exactamente.

—Y después lo llenaron de arena. Así es. Lo mismo tuvieron que hacer con el sótano de la casa de los Díaz de Vivar, en la esquina de Salta y Plácido Martínez, lateral oeste, donde entra el sol. Para que la gente se ubique de esa manera. También tuvieron que llenar el sótano, porque las filtraciones de agua de las capas freáticas suben cuando el río sube. Así es. Y eso rellenaron. Por eso la parte norte de mi propiedad, esa parte, siempre hay cierta humedad que uno tiene que ir tratando de combatirla.

“Algunas de esas casas aún existen, pero no todas están protegidas”

—Antes de darle la palabra a mi compañero Jacinto, hay que decirle a los oyentes que esta casa de la que estamos hablando, en Buenos Aires y Costanera, fue construida mucho antes que la propia Costanera.

—Sí, por supuesto. A ver, la Costanera: el inicio de la Costanera es en 1929, con la mensura del agrimensor Semenza. Después, en 1930, comienzan las expropiaciones de todos los fundos de la Costanera. Yo conozco la historia de la Costanera de primera mano porque tuve que analizar todos los expedientes de expropiación de la Costanera para litigar con cierta entidad que hizo un gran negociado con la justicia —que es aborrecible, por supuesto—, pero eso es otro tema. Y la Costanera se culmina en la década del 40, y esta casa es muchísimo anterior a la década del 40.

—Exactamente. Doscientos años más.

—Y yo diría que tiene la historia, tiene los años que tiene la ciudad de Corrientes: 437 años. Porque claro, está al lado de la manzana fundadora.

—Claro, claro

—La zona del Cabildo, la Jefatura de Policía, la Plaza Mayor, donde estuvo Juan de Vera y Aragón, con el palo fundacional, donde hizo el acto solemne, donde diríamos…

—Absolutamente. En mitad, en Casa de la Artesanía y demás… 

—No, Casa de la Artesanía enfrente, que pertenecía a los Mecca. Pero anteriormente pertenecía a los Villegas, que eran todos traficantes de esclavos. Traficantes de esclavos y vendedores de ultramarinos. O sea que, vendedores de ultramarinos… La gente, para que entienda: en Corrientes nosotros producíamos sebo, producíamos algunos productos alimenticios y absolutamente nada. Todo lo demás venía de España: seda, utensilios de cocina, planchas, tijeras, todo venía. Entonces se llamaban productos ultramarinos.

Y así aparecen los almacenes de ramos generales. Entonces vos comprabas la seda, comprabas la pieza de tela, pero todo venía de España. Todo venía de España hasta 1810.

Después siguió viniendo de España, porque tampoco —como Belgrano soñaba— no desarrollamos industrias.

“La modelo de la Taragüí, Pitú Claver Gallino”

—Tiene la palabra Jacinto Méndez Capurro.

—Hola Dr. Galiana, un gusto saludarte.

—Es un placer, Jacinto. 

—Igualmente, doctor.

—Algunas acotaciones, ampliando lo que usted también detallaba. La casa esta, que uno de los últimos que habitó con rango —digamos— jerárquico, creo que fue el capitán Giraud. Con los hijos —los hijos todavía viven, al menos dos de ellos—, una chica, Marta, una señora grande ya, ¿no?, pero la conocían como Marta. Y el otro que es Patricio Giraud.

Y esa casa, según lo que yo había leído, tenía una fecha de la última construcción más moderna por el 1780, y se termina de hacer la fachada en el 1900, que coincidía incluso con los materiales de construcción de las modificaciones que se iban haciendo en el actual colegio San Martín, digamos.

—Sí, señor.

—Esa edificación, ese edificio también pasó por varias manos, digamos. Fue, creo, convento, polvorín, sede del ejército…Casa de Gobierno.

—Casa de Gobierno. Y ahí, en la cuadra, ahí por Salta, frente al Museo de Artesanía que usted mencionó, creo que ahí también hay una casa histórica que es —me parece— menester preservarla a la brevedad, porque cuando uno entra ahí, que funciona una sala de fotografías…

—A ver, sí

—No me acuerdo el apellido de la familia original ahí.

—La familia original es también Villegas. Y ahora estoy escribiendo justamente sobre eso. Perteneció a Sánchez, a Ferragud, a Calvo… Bueno, estoy escribiendo sobre esa casa porque da la casualidad, Jacinto, que la… yo no creo en casualidades, sino en causalidades.

La historia de ese título de casa sobre el cual estoy trabajando, que yo no tengo, perteneció después a la familia Gallino. Y la familia Gallino se va a emparentar con los Claver.

—Hay una placa ahí, me parece, un cerámico.

—Sí, es un cerámico de la familia Claver Gallino. Ahí había una gran pitonisa correntina muy conocida, que dicen unos sí, y otros dicen que no, que fue la modelo de la Taragüí, que fue Pitú Claver Gallino. ¿Por qué yo sé todo esto, Jacinto? Porque la casa está dividida en dos, es una propiedad horizontal. Desde el negocio que está en la esquina hasta un garaje —ya te ubicás, ese garaje—, desde ese garaje, 15 metros hacia el norte, es propiedad mía. Conozco de memoria las excavaciones arqueológicas que hice. Es decir, bajar casi dos metros para poder hacer el garaje. Encontré botellas cerámicas de 1.700, donde venía la ginebra o donde venía la cerveza, y otras botellas un poco más adelantadas, de 1.800, pero todas ordenadamente enterradas. Y las traje al Museo de Arqueología, doné a varios museos, por supuesto, con la adaptación correcta, hasta llegar al piso original de la fundación de la ciudad. Se notaba todavía el pasto. Estaba aplastado el pasto por el relleno que se le iba haciendo. En el corte transversal de esa casa —que bien citás vos— se ven cuatro pisos. Fueron agregando tierra, le agregaban. Era un piso de ladrillones, después otro piso de ladrillones, el tercer piso ya de mosaicos, unos mosaicos calcáreos, más o menos, y el cuarto ya a la altura que encontramos. Estaba llena de pozos. La pregunta era: ¿por qué estaba llena de pozos esa casa? Porque estaban buscando un tesoro. El tesoro estaba, vos sabés, del lado oeste, es decir, el lado que daba al Cabildo. Ahí, cuando derribaron la casa de la abuelita que protegía Navajas Artaza, y le hizo poner un cartel —era una casa de galería, que duró hasta el ochenta y pico, noventa casi—, esa casa… ahí sacaron un gran tesoro que quedó impregnado en las paredes de barro. La casa de la esquina todavía está hecha de barro, barro común, ladrillos de barro. Como la casa de Salta 424, de los días de Vivar, ya casi en la costanera, que en la última parte tiene toda la pared de barro. 

El vacío moral de cualquier forma de esclavitud

— Usted hablaba de esclavos recién, y yo le quiero mencionar, hacer una acotación también: por calle 9 de Julio, casi San Lorenzo, cerca de la casona de Tona Fernández Capurro, hay un garaje muy grande allí, que creo que se ocupa actualmente como estacionamiento de vehículos, y hasta los ochenta, más o menos, en la pared del fondo, que era asentada en barro, con ladrillones, como usted dice, estaban todavía las argollas, con argollas de hierro, en las que sujetaban a los esclavos.

—Claro… fíjate vos que esa zona es la ampliación de la ciudad ya en 1800, en el siglo XIX. ¿Por qué razón? Porque la ciudad terminaba en la calle Mendoza, y ahí nace el barrio La Rosada, que es el pariente del barrio San Juan Curuzú. Este barrio que hoy se llama Deporte se llamaba barrio San Juan Curuzú, como dice Federico Palma en la Academia Nacional de la Historia.

—¿La Rosada es con Z o con S?

—Yo realmente la escribo con Z, pero para mí es con S. Porque… ¿cuál es el motivo del nombre “La Rosada”? Pintaban las casas de cal con sangre, le agregaban sangre de caballo, de vaca, etcétera, para darle una tonalidad, y o eran rosadas o eran amarillas. Era, como dice Hernán Gómez en “Toledo el Bravo”, un barrio de gente baja y ruin. Esa es la descripción. El barrio La Rosada era un barrio oscuro, prácticamente.

—Muy interesante. 

—Muy bien, Kito, gracias por tu tiempo y tus conceptos. Siempre quedamos asombrados cuando nos narrás este tipo de historias, y vamos a convocarte nuevamente muy pronto. Te mando un abrazo y la estima de siempre.

—Un abrazo para todos ustedes, Jacinto. Ustedes saben el aprecio que les tengo, y les agradezco que me hayan llamado. Gracias, un saludo.

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